La Conquista del Perú: 09

La Conquista del Perú de Pablo Alonso de Avecilla VIII - Ceremonia religiosa Los pocos nobles y cortesanos que se salvaron de la matanza y todo el ejército peruano, se encerraron en los débiles muros de Cajamalca, cuando ya la noche había tendido su negro manto. Llorando el padre al hijo, el esposo a la esposa, la virgen a su adorado, el pueblo a su monarca, lúgubres y hondos gemidos resonaban en medio del terror religioso que ocupaba al Nuevo Mundo. Los suspiros de la ciudad se confundían con los lamentos de los heridos, que expiraban en el campo del destrozo, cuando la melancólica luna siguiendo su carrera, llenaba de espanto a los inocentes adoradores del Sol. Ni los gritos de la venganza, ni las imprecaciones de la desesperación, consolaban a los afligidos en su abundoso llanto; creían obra del cielo aquel exterminio, creían a los europeos hijos del Dios de la luz, y al arrancar allá del alma sus gemidos, sólo fijaban los ojos en la tierra, y no osaban volverlos...

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