La casa quemada: 2
El negocio era provechoso y merecía la pena de emprenderlo, aunque ello significara un año de separación. Al cabo del año estaría bien vendido el esparto, a que obligaba la contrata y Nelo podría abandonar Orán volviendo a Elche con algunos billetes de a mil.
Bienestar presente y futuro le significaba el negocio. Mejor vida para su Roseta y más seguro porvenir para Tonet y para los hijos que cariño y tiempo aportaran. De suerte que Nelo aceptó las proposiciones. Aquella noche era la fijada para tomar la carretera de Alicante y embarcarse a bordo de un vapor que al amanecer haría rumbo a Orán.
Mientras Roseta, que, con Tonet, acompañaría a Nelo en la tartana, arreglaba el equipaje del marido, éste, inclinándose hacia el señor Chimo, murmuró:
-Véngase junto al pozo, que hemos de hablar a solas sin que nadie, más que las estrellas, nos escuche.
-¿Qué es?
-Allí lo sabrá.
-Andando.
Arrastrando los pies y apoyándose en la recia cayada llegó el anciano, seguido por...
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