La Cartuja de Parma: XXIV

La Cartuja de Parma: XXIV de Stendhal La duquesa organizó encantadoras veladas en el palacio. Nunca la corte había estado tan alegre, tan amable como este invierno. Y, sin embargo, la duquesa vivía en medio de los mayores peligros. Pero en cambio, durante esta temporada crítica no se le ocurrió ni dos veces pensar con cierta intensidad en el extraño cambio de Fabricio. El joven príncipe llegaba muy temprano a las amables veladas de su madre, quien le decía siempre: -Váyase Vuestra Alteza a gobernar. Apuesto a que hay sobre vuestra mesa más de veinte dictámenes esperando un sí o un no, y no quiero que Europa me acuse de haceros haragán, para reinar yo. Estas advertencias tenían la desventaja de llegar siempre en los momentos más inoportunos, es decir, cuando Su Alteza, habiendo vencido su timidez, tomaba parte en alguna charada en acción, cosa que le divertía mucho. Dos veces por semana hacíanse gira campestres, en las que con el pretexto de conquistar para el...

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