La Cartuja de Parma: XIX

La Cartuja de Parma: XIX de Stendhal La ambición del general Conti, excitada hasta la locura por las dificultades que entorpecían la carrera del primer ministro Mosca, habíale conducido atener con su hija violentas discusiones en las que el padre le repetía, sin cesar, iracundo, que ella iba a ser causa del fracaso de su vida, si no se decidía por fin a aceptar un partido; a los veinte años cumplidos ya era hora de casarse; ese estado de aislamiento cruel en que su obstinación insensata tenia sumido al general, debía terminar, etc. Para sustraerse a esos ataques de mal humor constante, Clelia se refugiaba en la pajarera; para llegar a ella había que subir por una escalerita de madera muy incómoda, y la gota era para el gobernador un obstáculo muy serio a esa ascensión. Desde hacía unas cuantas semanas, estaba tan agitada el alma de Clelia, y sabia tan poco ella misma lo que debía querer, que sin dar precisamente su palabra a su padre, se había casi dejado arrancar...

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