La Cartuja de Parma: XII

La Cartuja de Parma: XII de Stendhal El judío, dueño de la habitación, había buscado un cirujano discreto, quien comprendiendo a su vez que había dinero en la bolsa, dijo a Ludovico que su conciencia le obligaba a dar parte a la policía de las heridas del hombre que Ludovico llamaba su hermano. -La ley es clara –añadió-; es evidente que su hermano de usted no se ha herido a si propio, como cuenta, al caerse de una escalera teniendo en la mano un cuchillo abierto. Ludovico respondió con frialdad a ese honrado cirujano, que si se le ocurría ceder a las inspiraciones de su conciencia, tendría el honor, antes de dejar Ferrara, de caer encima de él con una navaja abierta precisamente en la mano. Cuando contó a Fabricio este incidente, Fabricio censuró su conducta; pero no había un instante que perder. Ludovico dijo al judío que quería que su hermano tomase un poco de aire; fue a buscar un coche, y nuestros amigos salieron de la casa para no volver. El lector...

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