La Cartuja de Parma: XI

La Cartuja de Parma: XI de Stendhal Al salir del arzobispado Fabricio corrió a casa de la pequeña Marietta. Oyó desde lejos la bronca voz de Giletti que había, mandado traer vino y se solazaba con el apuntador y los acomodadores, sus amigos. La mamacia, la vieja que hacia de madre de Marietta, acudió a la señal de Fabricio. -Hay novedades –exclamó-; dos o tres de nuestros actores están acusados de haber celebrado con una orgía el santo del gran Napoleón, y nuestra pobre compañía ha recibido la orden de salir de los estados de Parma, y ¡viva Napoleón! Pero, según se dice, el ministro ha aflojado la guita. Lo cierto es que Giletti tiene dinero, no sé cuánto, pero le he visto un puñado de escudos. Marietta ha recibido cinco escudos de nuestro director para los gastos de viaje hasta Mantua y Venecia. Yo, uno. Sigue muy enamorada de ti, pero Giletti le tiene amedrentada. Hace tres días, en la última función que hemos dado, quería matarla sin remisión; le ha...

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