La Cartuja de Parma: II

La Cartuja de Parma: II de Stendhal Cuando, llegado Véspero, entúrbianse los ojos, Ebrio de porvenir, vuelvo la vista al cielo, Donde Dios escribió, con no dudosos trazos La suerte y el destino de las criaturas todas. Desde los cielos él, mirando a los humanos A veces, apiadado, nos enseña el camino; Y en los astros celestes, que son sus signos ciertos, Nos dice el porvenir, adverso o favorable: Mas los hombres, en lodo y muerte sepultados, Desprecian ese libro y no quieren leerlo. RONSARD El marqués profesaba un odio vigoroso a la ilustración y a las luces. Las ideas, decía, son las que han perdido a Italia. Y no sabía cómo conciliar este santo horror de la instrucción con el deseo de ver a su hijo Fabricio perfeccionar la educación que había comenzado tan brillantemente con los jesuitas. Para no arriesgarse mucho, encargó al buen abate Blanes, cura de Grianta, que continuase los estudios de latín de Fabricio. Para ello hubiera sido preciso que el cura mismo...

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