La cárcel

NACÍ en la cárcel, hijos. Soy un preso de siempre.Mi padre ya fue un preso. Y el padre de mi padre.Y mi madre alumbraba, uno tras otro, presos,como una perra perros. Es la ley, según dicen. Un día me vi libre. Con mis ojos ancladosen el mágico asombro de las cosas cercanas,no veía los muros ni las largas cadenasque a través de los siglos me alcanzaban la carne. Mis pies iban ligeros. Pisaban hierba verde.Y era un tonto y reíaporque en los duros bancos de la escuelapodía pellizcar a los vecinos,jugar a cara o cruz y cazar moscas,mientras cuatro por siete eran veintiochoy era Madrid la capital de Españay Cristo vino al mundo por salvarnos. Sí. Entonces me vi libre. Las manos me crecíaninocentes y tiernas como pan recién hecho,pues no sabían nada del hierro y la maderasoldados a sus palmascuando el sudor profusoigual que un vino aguadoapenas nos ablanda la fatiga. Hoy los muros me crecen más altos que la frente,más altos que el deseo, más altos que el empujedel...

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información