La campana de Huesca: 18

Capítulo XVII 18 Pág. 18 de 35 La campana de Huesca Antonio Cánovas del Castillo Prosiguen las pláticas y aventuras Oigo el son bronco de tus cien campanas. (J. de Iza) ... De esta suerte yo tengo de acompañarte, y si te has de condenar contigo me has de llevar, que nunca pienso dejarte. (El condenado por desconfiado) El día era de los últimos de primavera. El combate fue tan breve, que con haber comenzado a la luz clara del alba, cuando acabó no había bajado el sol todavía de los picachos de la sierra. Saltaba de los valles un viento húmedo y blando que recogía con ansia el pecho; levantábanse de cuando en cuando algunas liebres tendidas en el césped de los barrancos, y corrían a ocultarse por estrechos agujeros, debajo de las grandes peñas; y al sentar el pie los caminantes, doblábase para siempre la hierba cargada de rocío. Y todavía las tórtolas no habían vuelto a sus nidos, y sus...

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