La campana de Huesca: 04

Capítulo III 04 Pág. 04 de 35 La campana de Huesca Antonio Cánovas del Castillo Comienza a aguarse la fiesta Por lo que no le respetan, por lo que le desacatan. (Romancero) Así como acabó la coronación y jura, el rey y su comitiva, dejando el tablado y el altar, se encaminaron a la puerta principal del templo. Allí fue cosa de ver los empujones, amenazas y carreras que hubo, y los gemidos y maldiciones en que los piadosos burgueses de Huesca prorrumpieron al sentirse magullados estos, pisoteados aquellos, traídos todos de acá para allá en las oleadas de su propia muchedumbre, anhelosa por ver a la luz del día al nuevo rey. Pero, ¿a qué reparar en ello? En verdad que los bullicios y tumultos no son de este ni de aquel tiempo; y si el buen mozárabe resucitara, había de verlos tales en nuestros días, que olvidase aquellos antiquísimos en que él se encontró y puso pies y manos como cualquiera. Lo que no ha de olvidarse es que...

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