La altísima: 13
Capítulo IV 13
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La altísima- Segunda parte
Felipe Trigo
También tuvo Bibly asuntos esta tarde, obligándola á salir, «en su vida horrible de las letras».
Víctor la admiró: ¿se había quedado en Madrid furtivamente... para lucirse en todas partes?
-¡Tonto, en coche!... Mi marido no va nunca donde yo... ¡en sus casinos!... Digo, ¡poco bruto!
Y á la hora de cenar entró aterrada. ¡Tenía la idea de haber sido vista por el marido en Recoletos... él á pie... debió seguirla, al coche, ya tan cerca de la casa!... ¡Quizá estaba en la puerta!...¡tal vez con el cochero, preguntando!... La desatinaban el dolor, la incertidumbre... Parecía una loca.
-Mira, asómate al balcón... ¡Uno alto y rubio, con bigotes!... anda, hombre, vaya una flema la tuya... ¡pues, como sea!... ¡No, mejor no, no te recuerde de Cádiz!... ¿os visteis?... ¡cierra, no abras, Víctor!... ¡Alfonso! ¡Alfonso!... ¡ve, Víctor, por Dios, avísale á Alfonso que no...
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