La altísima: 08
Capítulo VIII 08
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La altísima- Primera parte
Felipe Trigo
-¿Se ofrece algo, don Víctor?
-Nada, Napoleón.
-Aquí ando, por si acaso. Mi señora está por la señorita. Ha venido usted más temprano.
Saludó el guardia marcialmente y salió. Víctor continuó oyendo una música de cítaras de la solitaria vecindad, sentado en el viejo balcón ancho como una terraza, á la sombra de la luna, entre los geranios.
«Más temprano.»
Tuvo una amante, y tenía ahora una querida, con iguales impaciencias.
No acababa de entender la difícil transición, para Adria, sin embargo, tan sencilla. La esperaba, llegaría, la abrazaría... y volvería á verla partir sin saber á quién había abrazado y á quién volvería á esperar. -Una vez más se indignó de su torpeza, y se intimó á tenerlo definitivamente sabido cuando ella entrase esta noche. Le bastaría repasar y recoger sus vivas impresiones con impasibilidad, lo mismo que al juzgar las que rompía en...
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