Juvenilia - Capítulo 6
Juvenilia - Capítulo 6
de Miguel Cané
Había la vieja costumbre, desde que el doctor Agüero se puso achacoso, de que un alumno le velara cada noche. No se acostaba; sobre un inmenso sillón Voltaire (¡no sospechaba el anciano la denominación! ) dormitaba por momentos, bajo la fatiga. Teníamos que hacerle la lectura durante un par de horas para que se adormeciera con la monotonía de la voz, y tal vez con el fastidio del asunto.
¡Cuan presente tengo aquel cuarto, débilmente iluminado por una lámpara suavizada por una pantalla opaca; aquel silencio, sólo interrumpido por el canto, del sereno y, al alba, por el paso furtivo de algún fugitivo que volvía al redil! Leíamos siempre la vida de un santo en un libro de tapas verdes, en cuya página ciento uno había eternamente un billete de veinte pesos moneda corriente, que todos los estudiantes del Colegio sabíamos haber sido colocado allí expresamente por el buen rector, que cada mañana se aseguraba ingenuamente de su...
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