Juvenilia - Capítulo 25

Juvenilia - Capítulo 25 de Miguel Cané Buena, sana, alegre, vibrante aquella vida de campo. Nos levantábamos al alba; la mañana inundada de sol, el aire lleno de emanaciones balsámicas, los árboles, frescos y contentos; el espacio abierto a todos rumbos, nos hacían recordar con horror las negras madrugadas del Colegio, el frío mortal de los claustros sombríos, el invencible fastidio de la clase de estudio. En la Chacarita estudiábamos poco, como era natural; podíamos leer novelas libremente, dormir la siesta, salir en busca de camuatís; y, sobre todo, organizar con una estrategia científica, las expediciones contra los ""vascos". Los "vascos' eran nuestros vecinos hacia el norte, precisamente en la dirección en que los dominios colegiales eran más limitados. Separaba las jurisdicciones respectivas un ancho foso, siempre lleno de agua, y de bordes cubiertos de una espesa planta, baja y bravía. Pasada la zanja, se extendía un alfalfar de media cuadra de ancho,...

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