Juvenilia - Capítulo 14
Juvenilia - Capítulo 14
de Miguel Cané
Una mañana vagábamos en el claustro, asombrados que hubiese pasado un cuarto de hora del momento infalible en que M. Jacques se presentaba. De pronto, un grito penetrante hirió nuestros oídos; conocí la voz de Eduardo Fidanza, uno de los discípulos más distinguidos del Colegio. Corrí a la portería y encontré a Fidanza pálido, desencajado, repitiendo como en un sueño: "¡Monsieur Jacques ha muerto!" La impresión fue indescriptible; se nos hizo un nudo en la garganta y nos miramos unos a otros con los rostros blancos, lívidos, como en el momento de una desventura terrible. El portero había recibido orden de no dejarnos salir; lo echamos violentamente a un lado, y muchos, sin sombrero, desolados, corrimos a casa de M. Jacques.
Estaba tendido sobre su cama, rígido, y con la soberbia cabeza impregnada de una majestad indecible. La muerte lo había sorprendido al llegar a su casa después de una noche agitada. El rayo de la...
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