Juana Inés de la Cruz: Primero sueño

Piramidal, funesta, de la tierra nacida sombra, al Cielo encaminaba de vanos obeliscos punta altiva, escalar pretendiendo las Estrellas; si bien sus luces bellas -exentas siempre, siempre rutilantes- la tenebrosa guerra que con negros vapores le intimaba la pavorosa sombra fugitiva burlaban tan distantes, que su atezado ceño al superior convexo aun no llegaba del orbe de la Diosa que tres veces hermosa con tres hermosos rostros ser ostenta, quedando sólo o dueño del aire que empañaba con el aliento denso que exhalaba; y en la quietud contenta de imperio silencioso, sumisas sólo voces consentía de las nocturnas aves, tan obscuras, tan graves, que aun el silencio no se interrumpía. Con tardo vuelo y canto, del oído mal, y aun peor del ánimo admitido, la avergonzada Nictimene acecha de las sagradas puertas los resquicios, o de las claraboyas eminentes los huecos más propicios que capaz a su intento le abren brecha, y sacrílega llega a los lucientes faroles sacros de perenne...

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