Juan Martín El Empecinado : 34

Juan Martín El Empecinado : 34 de Benito Pérez Galdós Figuraos cuál sería mi indignación, cuando en la plaza de Cifuentes (media hora después de la partida de mosén Antón) vi que se me acercaba con semblante risueño y sin duda con el injurioso intento de abrazarme, el señor D. Pelayo en persona. El infame me dijo riendo con toda la desvergüenza tunesca de las Universidades de aquel tiempo. -Al fin Dios me depara el gustazo de ver sano y salvo al Sr. de Araceli. ¡Qué inaudita alegría! ¿Cómo va de salud, señor y dueño mío? -¡Ah, miserable ladrón falsario! -exclamé con violenta ira, cogiéndole por el cuello y arrojándole al suelo con intento de deshacer contra las piedras tan execrable reptil. -¡Oh! -dijo con dolor-, me ha deshecho usted las rodillas, querido señor mío. Ya, ya comprendo la causa de su disgustillo, poca cosa, una broma...

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