Jarrapellejos: 09

Capítulo VIII 09 Pág. 09 de 18 Jarrapellejos Felipe Trigo De frac, de zapato de charol, de calcetín de seda bronce oscuro, de escotadísimo chaleco-faja de seda malva azul, con los tres botones de topacio, y luciendo por el entreabierto pardesús el blanco y flojo piqué de la pechera. Octavio, figurín viviente de belleza varonil, trasunto de la rubia distinción de un príncipe británico, envuelto melancólicamente el corazón por la nostalgia de París, que le daba este atavío, ahora, lento, a pie, cruzaba el pueblo, llamando la atención del gentío en fiesta de las calles. Había llegado el gran día para Ernesta, para La Joya. O, mejor dicho, la gran noche -y de una cálida y espléndida pureza. La luna acababa de salir; las luces acababan de encenderse. Entreteníanse las procesiones de curiosos, al aguardo del cortejo de la boda media hora más tarde, mirando a los invitados que llegaban y yendo a contemplar los voltaicos focos adicionados por orden del...

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