Jarrapellejos: 05

Capítulo IV 05 Pág. 05 de 18 Jarrapellejos Felipe Trigo Sentado en el taburete, al centro del sombrajo, espiaba Melchor la lejanía. Los demás, tumbados contra los aparejos de las bestias, tenían cerca el cántaro del agua. Ya uno, con el escalofrío de la terciana, no cesaba de beber. Otro, muy flaco e hidrópico del vientre, incapaz de soportarse nada en la cintura, mostrábalo venoso y tenso a través de un jirón de la camisa. No hablaban. Inyectados los ojos, absortos bajo la sensación de su tormento en el seco ambiente, que negábales hasta el consuelo de sudar, se rascaban el ardor de los brazos y el cogote. Eran los limpiadores -nuevamente por una calma del aire forzados al descanso-. Un perro ladró. Moviéronse detrás del sembrajo las espigas, y apareció un hombre con bandolera de chapa y escopeta. -A la pá e Dió. El Gato, guarda de las eras. Huyéndole al sol, desde bien temprano estuvo durmiendo y cazando en las próximas alamedas del Guadiana....

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información