Jarrapellejos: 04

Capítulo III 04 Pág. 04 de 18 Jarrapellejos Felipe Trigo Las Hijas de María estaban muy contentas del trisagio. Al sexto día de la novena un ciclón barrió la plaga de langostos. «¡Milagro, milagro!», decían en gracias a la Virgen, repitiendo lo que los señores sacerdotes demostraban desde el Púlpito. Algunos escépticos explicábanlo de un modo natural: lo mismo que cualquiera medianamente observador, en este pueblo de las moscas, podía notar que las moscas, y las mariposas también, disminuían notablemente después de los fuertes vendavales, el ciclón, que tras una tremenda granizada estuvo soplando treinta horas entre remolinos de polvo, de tejas y de ramas desgajadas de los árboles, habría arrastrado a los voracísimos insectos. El hecho, milagro o no de la piedad divina, era que desaparecieron. No quedaba uno. Cierto que el ciclón arrancó chozos, descuajó encinas y asoló huertas y olivares. A los arruinados por la langosta, uniéronse casi en...

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