IX. Momentos Para la Reflexion

Introducción

HASTA enero no llegó el barco que había pedido. En él venia el obispo Mackenzie, a la cabeza de un grupo enviado por la Misión de las Universidades. El barco, denominado El Pionero, les transportó por regiones en las que el tráfico de esclavos había adquirido proporciones desoladoras. Intentaron convencer a los tratantes de que abandonaran su comercio pero, aunque éstos generalmente escuchaban a Livingstone con respeto, era una tarea excesiva, larga y difícil para un esfuerzo aislado. El comercio se efectuaba desde hacía demasiado tiempo, era lucrativo y había muchos intereses en juego; aquello era como predicar en el desierto, y Livingstone supo darse cuenta de que la batalla no debía darse allí sino en Europa, ante las entidades, personas y gobiernos que habían iniciado, participado y fomentado el tráfico de hombres.

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