IX. Falla y García Lorca. Una Amistad Creadora

Introducción

AUNQUE Federico-poeta pasa la mayor parte del año en Madrid, hay dos cosas que siempre tiene presentes: Granada y la música. Decir Granada y decir música es decir los viajes relámpago de Lorca a Granada y las visitas y el piano del carmen del «Ave María», de Manuel de Falla. Don Manuel no era granadino, pero se había ido a vivir allí porque se enamoró de Granada en París a través de la visión que de la ciudad le dio Albéniz poco antes de morir. Falla y Lorca se admiraban mutuamente; el músico admiraba en el poeta un sentido de la música y un inimitable arte en el piano, de tal forma que, en una ocasión, le haría exclamar: «Me gustaría escribir versos con el mismo arte que Federico toca el piano». Lorca veía en Falla su pasión eterna por la música, un gusto común por la visión andaluza de la vida. En el año 1933 diría: «Falla es mi gran devoción de siempre y no sé qué vibra mejor en mí: mi admiración o mi cariño». En consecuencia, en cada viaje a Granada era obligada la visita a la casa de la calle Antequeruela Alta.

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