Ivanhoe: Capítulo XXXIII

Ivanhoe de Walter Scott Seguían el cadáver de Marcelo cantando salmos y devotas preces, suspirando, y mil lágrimas vertiendo. Antigua comedia. La entrada de la torre principal del castillo de Coningsburgh era tan singular en su estructura como correspondía a la tosca sencillez de los tiempos en que fue erigida. Por unos escalones tan estrechos y empinados que más bien merecían el nombre de precipicio, se entraba a un portal bajo situado en la parte sur de la torre por el cual el curioso anticuario puede aún pasar, o podía a lo menos hace pocos años, a la escalera construida en el espesor del muro que conducía al piso tercero del edificio. Los dos inferiores se componían de piezas abovedadas, sin otra luz ni ventilación que la que recibían por un agujero cuadrado, el cual, por medio de una escala de mano, servía de comunicación con los aposentos altos. Los pisos eran cuatro y la escalera principal que conducía de unos a otros se apoyaba en los asperones de...

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