Ivanhoe: Capítulo XXXII
Ivanhoe
de Walter Scott
Honra a los poderosos de la tierra.
Más grandes que nosotros son, es cierto,
mas ¿son quizás por ello más dichosos?
Vengan a nuestros bosques, y en su suelo,
de verde y fresca hierba tapizados,
verán nuestros solaces y recreos.
MACDONALD.
Eran Wilfrido de Ivanhoe, montado en la yegua del prior de Botolph y Gurth, en el
caballo de batalla de su amo. No puede describirse la sorpresa del caballero al ver la
armadura del Rey salpicada de sangre y los muertos y despojos que cubrían el campo de
batalla. Ni extrañó menos ver a Ricardo circundado de bandidos y ladrones, que no son por
cierto la escolta más segura para un monarca perseguido. No sabía si dirigirle la palabra
como a un caballero errante o como a su señor y monarca legítimo. Ricardo conoció su
perplejidad.
-Nada temas, Wilfrido-dijo el Rey-; háblame como a Ricardo de Plantagenet. Estoy
rodeado de verdaderos ingleses, a quienes quizás el estado de la nación ha hecho cometer
algunos...
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