Ivanhoe: Capítulo XXVI
Ivanhoe
de Walter Scott
No hay Estado sin ley que lo regule;
todos en este mundo, aun los bandidos,
acatan de una ley el firme yugo;
que los hijos de Adán el poderío
crearon de las leyes, y a su amparo
creyeron vivir quietos y tranquilos.
COMEDIA ANTIGUA.
El punto de reunión, como ya hemos dicho, era una añosa encina; no la misma a que
Locksley había conducido a Wamba y a Gurth en su primer encuentro, sino otra que estaba
en el centro de un frondoso anfiteatro a media milla de distancia de la demolida fortaleza de
Frente de buey. Allí tomó asiento Locksley en un trono de césped erigido bajo las ramas del
árbol. Rodeábanle sus compañeros, y él colocó al caballero del Candado a su mano
derecha, y a Cedric a su izquierda.
-Perdonad esta libertad, nobles señores -dijo el montero-; mas debéis de saber que
yo soy monarca en estos dominios, y mis ásperos y agrestes vasallos dejarían muy pronto
de obedecerme si me viesen ceder a otro hombre el puesto a que ellos me...
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