Ivanhoe: Capítulo XXIX
Ivanhoe
de Walter Scott
«...el fanatismo que implacable y ciego
si alguna cosa a comprender no alcanza,
con necio encono la condena al fuego...»
LA EDAD MEDIA.
El tribunal para el proceso de la inocente y desgraciada Rebeca había sido instalado
en la plataforma que, como hemos dicho anteriormente, llenaba el testero de los salones de
las casas de aquella época, y servía tan sólo para los dueños de la mansión y personas
distinguidas.
Enfrente de la acusada se alzaba el dosel del Gran Maestre, el cual estaba vestido
con el ropaje de gala de la Orden y tenía en la mano el báculo místico, símbolo de su
autoridad. A sus pies había una mesa, y a ella dos secretarios que tenían el encargo de
poner por escrito todos los procedimientos de la causa. Las túnicas negras de estos dos
clérigos, su cabeza desnuda y sus miradas graves y humildes, contrastaban con el aparato
guerrero de los caballeros templarios que asistían al juicio, ora como miembros del
preceptorio, ora...
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