Ivanhoe: Capítulo XXIV

Ivanhoe de Walter Scott Entra, y mira en el lecho mortuorio, cómo un alma se marcha en raudo vuelo de lágrimas y duelo acompañada, y al Cielo sube a recibir el premio. ANTIGUA TRAGEDIA. Entretanto el dueño del castillo yacía en cama atormentado por los dolores que le ocasionaban sus heridas y por la angustia y despecho que más y más las irritaban. Ni siquiera tenía el recurso que aletarga el alma sin tranquilizarla, como el opio calma los dolores sin detener los progresos de la enfermedad, pero que, a lo menos, era preferible a las horrorosas agonías de la desesperación y de la rabia. La avaricia era el vicio dominante de "Frente de buey", y lejos de dar limosna a los establecimientos piadosos había muchas veces arrostrado la indignación de los eclesiásticos y usurpando sus haciendas y caudales. Más era llegado el momento en que la Tierra y todos sus tesoros iban a desvanecerse para siempre a sus ojos. -¿Dónde están ahora -decía el Barón- esos curas?...

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