Ivanhoe: Capítulo XX
Ivanhoe
de Walter Scott
«¡Diabólico es el escrito! ¡Garabatos de esa especie
por Dios que no había visto!»
GOLDSMITH: Humillarse para vencer.
Cuando el templario llegó al salón del castillo ya estaba en él Bracy.
-Tu galanteo -dijo éste- ha sido, sin duda, interrumpido, como el mío, por este
intempestivo llamamiento. Pero tú vienes más despacio que yo y de peor gana, de lo que
infiero que no han sido tan malhadados como los míos tus amores.
-Conque, según eso -dijo el templario -, ¿No te han salido las cuentas como
pensabas?
-No por cierto -respondió Bracy-: lady Rowena ha conocido que me es imposible
ver llorar a una mujer.
-¡Qué vergüenza! -dijo Brian-. ¡El jefe de una compañía de aventureros hace caso
de esas niñerías! Lágrimas de mujer son gotas de agua que animan las llamas de la tea del
amor.
-¡Si no hubieran sido más que gotas! -contestó Bracy-. Pero la pobre muchacha ha
vertido un raudal capaz de extinguir cien hogueras. Nunca se vieron...
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