Ivanhoe: Capítulo VIII
Ivanhoe
de Walter Scott
«Lanza en ristre, ya se miran con furor los
campeones, y a sus caballos oprimen con los
férreos talones»
DRIDEN.
El príncipe Juan refrenó repentinamente su
palafrén, y llamando al prior de Jorvaulx, le
dijo: -¡Por la virgen María señor Prior que
hemos olvidado la principal circunstancia de
la fiesta! Hemos olvidado nombrar la reina de
la hermosura y de los amores por cuyas
blancas manos han de ser distribuidos los
laureles de la victoria. Por lo que a mí toca,
soy generoso en mis ideas, y no haré escrúpulo
de dar mi voto a los negros ojos de la
linda Rebeca. -¡Virgen Santa! -exclamó el
Prior-. ¡Una judía! ¡Mereceríamos ser echados
ignominiosamente de este sitio! Por otra parte,
juro por mi santo fundador que la hermo-
sa sajona Rowena no es menos bella que la
hija del israelita.
- Sajona o judía -dijo el Príncipe-, ¿qué importa?
Yo quiero nombrar a Rebeca, aunque
no sea más que por dar en ojos a esos villanos
sajones.
Tales...
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