Ivanhoe: Capítulo VI
Ivanhoe
de Walter Scott
«El me salva vida y oro; compensarle debo
yo.
Si lo acepta ¡qué remedio!
Y si no…, ¡tanto mejor!»
SHAKESPEARE: El mercader de Venecia.
El peregrino seguía a un criado que iba
alumbrando el camino por el intrincado laberinto
de salas y corredores que componían
tan vasta como desordenada casa. De pronto
se llegó a él el copero y le dijo:
- Si no tenéis inconveniente en beber una
copa de hidromiel, podéis acompañarme
adonde nos esperan reunidos los principales
criados de Cedric: tienen grandes deseos de
saber noticias de la Tierra Santa, y particularmente
las que tengan relación con el caballero
de Ivanhoe.
- Debéis venir-dijo Wamba, que llegaba a la
sazón-, y yo os aseguro que un vaso de
hidromiel después de media noche vale más
que tres después del cubre fuego.
El peregrino, sin disputar doctrina fundada
en tan grave autoridad, dio gracias a ambos
y se excusó diciendo:
- Perdonad: tengo hecho voto de no hablar
nunca en la cocina...
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