IV. El Largo Camino De Castilla

Introducción

Facsmil de la firma de Colón al pie de una carta que escribi a los Reyes Católicos el 6 de febrero de 1502.

SEGÚN la versión más generalizada, a mediados de 1485 Cristóbal Colón y su hijito Diego penetraron en tierras de Castilla por rutas onubenses y se dirigieron a Palos de la Frontera, un pueblo situado en la costa del condado de Niebla al borde de Río Tinto. Colón iba en busca de sus concuñados, los Molyart y Correa, que vivían en Huelva. Parece que su intención era dejar con ellos a su hijo Diego mientras él se dirigía a Francia a ofrecer al rey de aquel país su proyecto atlántico. Cerca de Palos, frente a la barra o isla de Saltés, se alzaba el monasterio franciscano de La Rábida, y allí fue Colón a pedir hospitalidad. Un religioso llamado Juan Pérez lo acogió efusivo y cordial. Nunca mejor se podría decir que fue un encuentro providencial, pues fray Juan Pérez sintió tanto interés por lo que contaba el extraño viajero que llamó al médico, García Fernández o Hernández, que era aficionado a la astronomía, para que escuchase el fabuloso relato de Colón. La conversación del futuro almirante debió ser tan interesante y persuasiva, que los padres franciscanos no sólo le brindaron generosa hospitalidad para él y para su hijo, sino que se convirtieron en sus principales valedores ante los reyes de Castilla y Aragón y los grandes del reino que tenían flotas a su servicio.

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