Ismael : 8

Ismael : 8 de Eduardo Acevedo Díaz Caía una tarde de Febrero del año 1811, cuando trasponiendo los oteros y collados que ondulan a las márgenes del Río Negro, a algunas leguas del paso de Ramírez, un jinete teniendo sobre la rienda su caballo piafador de gran alzada, cabeza pequeña y narices bien abiertas, rojas y espirando vapor por el esfuerzo de la carrera, se dirigía a la selva profunda, que como un festón enorme de verde irisado bordando el horizonte azul se erguía en el valle majestuoso e imponente. En la última pequeña eminencia, el jinete tiró a dos manos de las riendas, echando su cuerpo atrás, deteniendo a su brioso alazán, que alargó el cuello espumeante de sudor, llenos de fuego los ojos y de sanguinolentas burbujas la boca, gobernada por un bocado sin camas, barbada ni coscojas, de esos con que el que está habituado a andar desde los primeros años en los lomos equinos, avasalla...

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