Ismael : 17

Ismael : 17 de Eduardo Acevedo Díaz A aquella hora notábase en la estancia, recogimiento y soledad. Dos individuos del peonaje acababan de retirarse a un galpón pequeño, a cuya entrada ardía un buen fuego, después de encerrar en el corral una majada de ovejas que llenaban el espacio con sus balidos plañideros. Una campana de hierro, que pendía del techo del corredor, había sonado como de costumbre anunciando la hora de la cena, sin que a su llamado hubiese aún comparecido Almagro con el numeroso personal de trabajo del establecimiento. Atribuíase esta demora a las dificultades de la elección y del aparte de las reses. La viuda de Fuentes se entretenía a la luz de una lamparilla, en embeber puntos en calcetas, a favor de una calabaza pequeña, muy absorta en sus menguados, como en tarea concienzuda, con su vieja peluca de bucles castaños bien puesta en el rugoso cráneo, y su rosario de cuentas amarillas...

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