Ismael : 15

Ismael : 15 de Eduardo Acevedo Díaz La ardua tarea seguía en tanto, y aun debía durar una hora. Circulaba como una atmósfera de fiebre en el rodeo; el calor no cedía, el polvo en perpetuas sacudidas se arremolinaba en torno de los grupos, los caballos jadeantes alargaban sus cuellos buscando en el ambiente denso una ráfaga de aire fresco, y el ganado se agolpaba rumoroso, haciendo temblar el suelo bajo frenéticas corridas. De improviso, un novillo de imponente aspecto atropelló el cerco, hiriendo uno de los caballos, y bajando la cuesta con la violencia de una mole desprendida de la cumbre. Almagro se precipitó sobre la res lleno de despecho, para unirle a la paleta la de su zaino de gran alzada. El amor propio lastimado le hizo, hundir la rodaja en los hijares con cruel rigor; en su brío, brincó el caballo en vivísimo arranque, y mordiendo el freno enarcó el pescuezo, lanzándose al declive con pasmosa...

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