Insolación: 20

Capítulo XX 20 Pág. 20 de 22 Insolación Emilia Pardo Bazán Entre las condiciones de carácter de la marquesa viuda de Andrade, y de los gallegos en general, se cuenta cierto don de encerrar bajo llave toda impresión fuerte. Esto se llama guardarse las cosas, y si tiene la ventaja de evitar choques, tiene la desventaja de que esas impresiones archivadas y ocultas se pudren dentro. Cuando el andaluz regresó después de haber pegado cuatro saltos, enjugándose la frente con su pañuelo y abanicándose con el hongo, halló a la señora aparentemente tranquila y afable, ocupada en obsequiar con queso, bizcochos y pasas a las dos gorrioncillas, y muy atenta a la charla de la vejezuela, que refería por tercera vez las golpás de sangre causa de la defunción de su yerno. Pero el camarero, que era más fino que el oro y más largo que la cuaresma, se dio cuenta con rápida intuición de que aquello no iba por el camino natural de almuerzos semejantes, y adoptando el...

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