Insolación: 15

Capítulo XV 15 Pág. 15 de 22 Insolación Emilia Pardo Bazán La tarde del día siguiente la dedicó Asís a pagar visitas. Tarea maquinal y enfadosa, deber de los más irritantes que el pacto social impone. Raro es que nadie se someta a él sin murmurar, por fuera o por dentro, del mundo y sus farsas. Menos mal cuando las visitas se hacen, como las hacía la dama, en pies ajenos. Entonces lo arduo de la faena empieza en las porterías. ¡Si todas las casas fuesen como la de Sahagún o la de Torres -Nobles, por ejemplo! Allí, antes de llegar, ya llevaba Asís en la mano la tarjeta con el pico dobladito, y al sentir rodar el coche, ya estaba asomándose al ancho vano del portón el portero imponente, patilludo, correcto, amabilísimo, que recogía la tarjeta preguntando: «¿Adónde desea ir la señora?», para transmitir la orden al cochero. Los Torres-Nobles, los Sahagún, los Pinogrande y otras familias así, de muy alto copete, no recibían sino de noche alguna...

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