Igualdad Capítulo 31

IgualdadCapítulo XXXI.Ni en esta montaña ni en Jerusalén de Edward Bellamy A la mañana siguiente, siendo otra vez necesario que Edith se presentase en su puesto de servicio, la acompañé a la estación. Mientras estábamos esperando el tren, atrajo mi atención un hombre de aspecto distinguido que se apeó de un vagon de un tren que había llegado. Bajo los estándares del siglo diecinueve, parecía tener unos sesenta años, y por consiguente tenía presumiblemente ochenta o noventa, siendo este aproximadamente el margen de diferencia que he comprobado que es necesario considerar al estimar las edades de mis nuevos contemporáneos, debido a la más lenta aparición de las señales de la edad en estos tiempos. Hablando con Edith sobre esta persona, me resultó muy interesante cuando me informó que no era otro que el Sr. Barton, cuyo sermón telefónico me había impresionado tanto aquel primer domingo de mi nueva vida, como expuse en Mirando Atrás. Edith tuvo el tiempo...

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