ISABEL no se movía de Segovia, ciudad predilecta y principal de Enrique IV, esperando los acontecimientos. Al morir Enrique IV en Madrid, la noticia fue llevada simultáneamente a Alfonso V de Portugal, a Fernando el Católico y a Isabel la Católica. A los dos primeros por carta, y a Isabel directamente, a uña de caballo. Isabel recibió la noticia el mismo día, 12 de diciembre de 1474, y actuó con absoluta dignidad y rapidez. Como dice un biógrafo, la Fortuna rueda velozmente, pero la mano de Doña Isabel se movió siempre más rápida que la Fortuna. Habría que corregir que la rapidez estaba en su mente y no en su mano. Mandó celebrar ese mismo día la misa de funeral, que probablemente duró toda la tarde o gran parte de la noche.
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