Huellas: 53

Huellas literariasLa tierra gallega de Luis Bonafoux La primera estación de Galicia, saliendo de Madrid camino de la Coruña, lleva el nombre del pueblecito que se llama Quereño. Un gallegote, rojizo y espaldado, la vocea con acento cariñoso: -¡Quereño!... ¡Quereño!... No parece sino que quiere advertirte, lector, que ya te están queriendo los de allí; que te querrán muchísimo en aquella tierra amorosa, bajo aquel cielo tristón: que te llevarás la gran vida arrullado por el mimoso dejo de las reales hembras gallegas... ¡Quereño!... ¡Quereño!... A partir de aquel pueblecito vas penetrando sin darte cuenta en el reinado del follaje. Como tibia oleada de primaveral verdura, el follaje se extiende mansamente por toda la tierra gallega, invade cariñoso el llano, escala intrépido la cumbre, baja lánguido y voluptuoso en forma de guirnalda que oculta las rinconadas del camino y adorna las riberas del arroyo, y aún le queda tela para vestir de gala el rústico muro...

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