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Huellas literariasEl centenario de Luis Bonafoux En fin, con decir que presenciaron el desfile de los dos cortejos históricos un millón ochocientas mil personas, puede formarse idea, aunque aproximada, de lo que fue la fiesta de ayer. Cien mil espectadores había en la plaza de la Concordia. La multitud, que lo invadía todo, respetó el dolor de la estatua de Estrasburgo. No hizo falta que nadie la defendiera, porque ningún francés fue osado a profanar la inviolabilidad de aquel símbolo de un fragmento de la patria sangrienta. Sola, aislada, entre crespones y coronas fúnebres, contrastaba la estatua en aquella orgía de audaces regocijos. La multitud alardeó de circunspecta y respetuosa. No quiso manifestarse hostil a la Libre Parole, aunque este periódico protestó contra la celebración de la fiesta; no quisa tampoco responder al meeting proyectado en Saint-Ouen por los anarquistas. Derrochó, eso sí, el humor que le distingue tanto, a costa de las tres mil personas...

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