Guerra y Paz VII

SÉPTIMA PARTE I Nicolás Rostov se había convertido en un muchacho de maneras rudas, bueno, a quien las amistades de Moscú encontraban no muy recomendable, pero que era amado y respetado por sus compañeros, los subalternos y los jefes y que estaba satisfecho de su vida. En aquellos últimos tiempos, en l809, su madre se quejaba frecuentemente en sus cartas; le decía que los negocios iban cada día peor y que debería volver a casa para consolar y hacer compañía a sus viejos padres. Al leer estas cartas, Nicolás temía que quisieran hacerlo salir de aquel medio, en el cual, desligado de todas las preocupaciones de la vida, se encontraba tan tranquilo y satisfecho. Comprendía que, tarde o temprano, le sería preciso volver al engranaje de la vida: atar y desatar negocios, llevar cuentas con los administradores, discusiones, intrigas, relaciones, trato social, el amor de Sonia y la palabra dada. Todo esto era horriblemente difícil y complicado, y contestaba a las cartas de su...

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