Grito de gloria : 32
Grito de gloria : 32
de Eduardo Acevedo Díaz
El desorden en la línea del centro, y sus episodios, sólo habían durado algunos minutos.
Puesto Lavalleja al frente de la reserva que mandaba Quesada, y llevada la carga, quedó limpia de enemigos la ladera, rehízose en el acto la división de Oribe, y el escalón de Ismael, con su alférez a la cabeza, trepo a escape la loma, hallando solo y a pie su capitán entre los caídos en la pelea.
Al ver a sus soldados, dijo con su aire calmoso:
-¡Cayeron a tiempo!
Y enseñó el sable roto por el medio.
Alcanzáronle un caballo ensillado, uno de los mejores que por la falda vagaban sin dueño; y una de las lanzas arrojadas en la fuga por los escuadrones de Bentos Manuel.
Cogiola con desdén, y al montar murmuró:
-Puede que en esta mano alcance y sobre... ¡Avancen!
El escalón empezó a bajar la cuesta.
Toda la línea, en cuanto la vista dominaba, se...
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