Grito de gloria : 26

Grito de gloria : 26 de Eduardo Acevedo Díaz Bastante confusa quedó Natalia con lo que Souza acababa de comunicarles; y en esta confusión de su ánimo entraban por mucho la satisfacción y la amargura. Lo relativo a su padre, que hacía meses sufría las consecuencias de un hecho que no le era imputable, constituía, a no dudarlo, un motivo de dicha, obligándola en cierto modo hacia un hombre que ella sabía la quería con una pasión naciente y silenciosa; y la ida de este hombre a campaña para tomar parte activa en la lucha, llenábala de congojas, sólo al pensar que su rivalidad lo arrastrase a ser cruel o inexorable en caso desgraciado con quien ella tanto amaba. Recién se daba cuenta de sus emociones, así como de la que había experimentado don Carlos en el acto de la despedida. Por lo visto, coincidieron en el mismo presentimiento y fueron presas de la misma angustia. Las generosidades, las...

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