Grandes esperanzas: 59
Grandes esperanzas
de Charles Dickens
Capítulo LIX
Por espacio de once años no había visto a Joe ni a Biddy con los ojos del cuerpo, aunque con mucha
frecuencia habían estado presentes ante los de mi alma.
Una noche de diciembre, una hora o dos después de
oscurecer, apoyé suavemente la mano en el picaporte de la vieja puerta de la cocina. Lo hice con tanta
suavidad que no me oyó nadie, y, sin que se dieran cuenta de mi presencia, miré al interior. Allí, fumando
su pipa en el lugar acostumbrado ante la luz del fuego, tan fuerte y tan robusto como siempre, aunque con
los cabellos grises, estaba Joe; y, protegido en un rincón por la pierna de éste y sentado en mi taburetito, vi
que, mirando al fuego, estaba... ¿yo mismo, acaso?
- Le dimos el nombre de Pip en recuerdo tuyo - dijo Joe, alegre en extremo, cuando yo me senté en otro
taburete al lado del niño (aunque me guardé muy bien de mesarle el cabello) y esperamos que se parecerá
bastante a ti.
Así pensaba yo...
Está viendo el 11% del contenido de este artículo.
Solicitud de acceso
Solicite el acceso a su biblioteca para poder consultar nuestros recursos electrónicos.
Ventajas de ser usuario registrado.
ACCESO COMPLETO
Acceso sin restricciones a todo el contenido de la obra.
SIN PUBLICIDAD
Sólo información contrastada de prestigiosos sellos editoriales.
ACTUALIZACIÓN
Contenidos de renombrados autores y actualizaciones diarias.
La nueva plataforma del Consorcio ofrece una experiencia de búsqueda de fácil manejo y de gran usabilidad. Contiene funciones únicas que permiten navegar y realizar consultas de manera ágil y dinámica.
Convenios especiales:
Enseñanza
Bibliotecas públicas