Grandes esperanzas: 38
Grandes esperanzas
de Charles Dickens
Capítulo XXXVIII
Si aquella antigua casa inmediata al Green, en Richmond, llega algún día a ser visitada por los duendes,
indudablemente- lo será por mi fantasma. ¡Cuántas y cuántas noches y días, el inquieto espíritu que me
animaba frecuentaba la casa en que vivía Estella! Cualquiera que fuese el sitio en que se hallaba mi cuerpo,
mi espíritu iba siempre errante y rondando aquella casa.
La señora con quien Estella vivía, la señora Brandley, era viuda y tenía una hija de algunos años más que
Estella. La madre tenía juvenil aspecto, y la muchacha, en cambio, parecía vieja; la tez de la madre era
sonrosada, y la de su hija, amarillenta; la madre no pensaba más que en frivolidades, y la hija, en asuntos
teológicos. Disfrutaban de lo que se llama una buena posición, y visitaban y eran visitadas por numerosas
personas. Muy pequeña, en caso de que existiera, era la identidad de sentimientos que había entre ella y
Estella,...
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