Grandes esperanzas: 35
Grandes esperanzas
de Charles Dickens
Capítulo XXXV
Aquélla era la primera vez que se abría una tumba en el camino de mi vida, y fue extraordinario el efecto
que ello me produjo. Día y noche me asaltaba el recuerdo de mi hermana, sentada en su sillón junto al
fuego de la cocina. Y el pensar que subsistiese esta última sin mi hermana me resultaba de difícil
comprensión.
Así como en los últimos tiempos apenas o nunca pensé en ella, a la sazón tenía la extraña
idea de que iba a verla por la calle, viniendo hacia mí, o que de pronto llamaria a la puerta. También en mi
vivienda, con la cual jamás estuvo mi hermana asociada, parecía reinar la impresión de la muerte y la
sugestión perpetua del sonido de su voz, o de alguna peculiaridad de su rostro o de su figura, como si aún
viviese y me hubiera visitado allí con frecuencia.
Cualesquiera que hubieran podido ser mis esperanzas y mi fortuna, es dudoso que yo recordase a mi
hermana con mucha ternura. Pero supongo que...
Está viendo el 5% del contenido de este artículo.
Solicitud de acceso
Solicite el acceso a su biblioteca para poder consultar nuestros recursos electrónicos.
Ventajas de ser usuario registrado.
ACCESO COMPLETO
Acceso sin restricciones a todo el contenido de la obra.
SIN PUBLICIDAD
Sólo información contrastada de prestigiosos sellos editoriales.
ACTUALIZACIÓN
Contenidos de renombrados autores y actualizaciones diarias.
La nueva plataforma del Consorcio ofrece una experiencia de búsqueda de fácil manejo y de gran usabilidad. Contiene funciones únicas que permiten navegar y realizar consultas de manera ágil y dinámica.
Convenios especiales:
Enseñanza
Bibliotecas públicas