Grandes esperanzas: 32
Grandes esperanzas
de Charles Dickens
Capítulo XXXII
Un día, mientras estaba ocupado con mis libros y en compañía del señor Pocket, recibí una carta por
correo, cuyo aspecto exterior me puso tembloroso, porque, a pesar de que no reconocí el carácter de letra
del sobrescrito, adiviné qué mano la había trazado. No tenía encabezamiento alguno, como «Querido señor
Pip», «Querido Pip», «Muy señor mío» o algo por el estilo, sino que empezaba así:
«Iré a Londres pasado mañana, y llegaré en la diligencia del mediodía. Creo que se convino que usted
saldría a recibirme. Por lo menos, ésta es la impresión de la señorita Havisham, y le escribo obedeciendo
sus indicaciones. Ella le manda su saludo. Su afectísima, Estella.»
De haber tenido tiempo, probablemente habría encargado varios trajes nuevos para semejante ocasión;
pero como no lo tenía, me fue preciso contentarme con los que ya poseía. Perdí inmediatamente el apetito,
y hasta que llegó el día...
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