Grandes esperanzas: 24

Grandes esperanzas de Charles Dickens Capítulo XXIV Después de dos o tres días, cuando me hube instalado en mi cuarto y tras haber ido a Londres varias veces para encargar a mis proveedores lo que necesitaba, el señor Pocket y yo sostuvimos una larga conversación. Conocía más acerca de mi porvenir que yo mismo, pues me dijo que, según le manifestara el señor Jaggers, yo no estaba destinado a una profesión determinada, sino que tan sólo había de ser bien educado para mi destino en la sociedad, con tales conocimientos que estuviesen a la par con los de los jóvenes que gozan de una situación próspera. Yo, desde luego, di mi conformidad, pues no podía decir nada en contra. Me aconsejó frecuentar determinados lugares de Londres, a fin de adquirir los rudimentos que necesitaba, y que le invistiese a él con las funciones de profesor y director de todos mis estudios. Esperaba que con una ayuda inteligente tropezaría con pocos inconvenientes que pudiesen desalentarme y...

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información