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Gloria Segunda parte - Capítulo XXIV de Benito Pérez Galdós Las leñadoras de Ficóbriga Cuando Isidorita la del Rebenque vio entrar a aquella señora tan apersonada, tan guapa, tan seria, con tan peregrina elegancia vestida; cuando vio que era seguida de otra dama no menos hermosa, que no parecía ama pero tampoco criada; cuando vio que tras el coche ocupado por ellas vino un segundo vehículo con equipajes, y que todo esto, mujeres y baúles, se aposentaba en su casa, divisó un dorado horizonte de libras esterlinas; y no pudiendo resistir el gozo que de su espíritu se amparaba por aquella razón, mandó llamar a sus amigas para contarles lo que ocurría y rogarles le prestasen alguna loza y ajuar de camas. El resto de la tarde del jueves lo pasó disponiendo el alojamiento de las dos señoras, a quienes trató con la más delicada complacencia, multiplicándose para servirlas, ponderándoles las excelentes vistas de la casa (de cuyos balcones se dominaba media Abadía,...

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