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Gloria Segunda parte - Capítulo XXI de Benito Pérez Galdós Jueves Santo Gloria abrió los ojos después de un prolongado letargo durante el cual su fatigado espíritu logró algún reposo. Había soñado con la pasión de Cristo, con los horribles judíos que le azotaban, había visto elevar el madero con la Divina Persona clavada por pies y manos; y este cuadro lamentable que se le representaba al vivo por el poderoso fingir del sueño, llenó su alma de patética y dolorosa compunción. Al despertar vio a su tía encendiendo algunas velas delante de la efigie del Salvador, hermosa figura de marfil que le representaba en el momento de expirar y cuando, alzados los moribundos ojos al cielo, decía: «Perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen». Serafinita había dispuesto la mesa como altar, poniéndole preciosas velas de esas que tan bien labran y adornan las monjas. No puso flores en los floreros, por temor de que el olor de ellas molestase a Gloria; pero sí las...

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